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Enfermedades urinarias en los niños

Enfermedades urinarias en los niños

 Todo lo que debes conocer acerca de las infecciones urinarias en nuestros niños  lo puedes encontrar en nota. La importancia de las infecciones del tracto urinario en el contexto de la práctica pediátrica se basa en los siguientes aspectos: constituye una causa frecuente de morbilidad y su diagnóstico sirve para alertar  la detección a corto plazo de malformaciones del tracto urinario en la edad adulta, incluyendo hipertensión arterial e insuficiencia renal.

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La prevalencia exacta de la infección urinaria es difícil de establecer, debido básicamente a la dificultad para precisar el diagnóstico en edades tempranas de la vida. A diferencia de otras edades, en menores de 2 años, la sintomatología asociada a este tipo de infecciones es muy variada y la confirmación de la infección por urocultivo es compleja.

Se estima que la prevalencia de la infección del tracto urinario varía según algunos factores incluyendo edad y sexo.

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En la etapa neonatal se considera que la prevalencia en varones oscila entre 1 y 3%, mientras que en las hembras es de 0,4 a 2%. Posteriormente, la prevalencia se incrementa progresivamente en el sexo femenino y en este sentido, se tiene que en lactantes varones se ubica entre 0,5 y 1%, mientras que en las hembras llega a 3%.

En pacientes mayores de 2 años (preescolares y escolares) la infección es muy rara en el varón, alcanzando 5% en las hembras.

Clásicamente la infección urinaria ha sido clasificada en alta (pielonefritis) o baja (cistitis, uretritis). Sin embargo, hay que tomar en consideración que a menor edad hay mayor dificultad para lograr esta diferenciación.

Por otro lado, la infección urinaria también se puede dividir en infección complicada y no complicada, dependiendo si existe o no, integridad del tracto urinario.

En cuanto a su diagnóstico, las manifestaciones clínicas varían significativamente según la edad.

En pacientes menores de 2 años los síntomas son muy inespecíficos y en ocasiones, sobre todo en neonatos, pueden ser sugestivos de sepsis, la cual es una enfermedad grave. Ocurre cuando el cuerpo tiene una abrumadora respuesta inmunitaria a una infección bacteriana.

Las sustancias químicas liberadas a la sangre para combatir la infección desencadenan una inflamación generalizada, lo que conduce a la formación de coágulos de sangre y la filtración de vasos sanguíneos. Esto causa un pobre flujo sanguíneo, lo que priva a los órganos de nutrientes y oxígeno. En los casos más serios, uno o más órganos puede fallar. En el peor de los casos, la presión arterial baja y el corazón se debilita, lo que lleva a un shock séptico o bien ser sugestivos de infección de otros órganos o sistemas, como infección del tracto gastrointestinal.

En algunas oportunidades puede presentarse como fiebre prolongada sin foco aparente o puede existir exclusivamente falta de progreso en peso, inclusive en ausencia de fiebre.

¿Cuáles son las pruebas de laboratorio para enfermedades urinarias?

En primer lugar el Examen de Orina, el cual es el análisis de una muestra de orina obtenidas en condiciones adecuadas, es muy contributorio para la orientación del diagnóstico, pero, la ausencia de hallazgos positivos en el sedimento urinario, no descarta definitivamente la infección urinaria.

En la cual se pueden determinar presencia de leucocitos (glóbulos blancos) en la orina”, bacteriuria, bacterias en la orina. Es decir, cuando el número de bacterias es superior a 100.000 por ml. de orina, lo cual representa una carga bacteriana superior a la justificable por mera contaminación de la uretra anterior, por lo que debe sospecharse infección. Y el examen de orina mejorado (que combina el recuento celular con hemocitómetro y el análisis microscópico.

Por otro lado, existe otro análisis denominado el Urocultivo, o la recolección en pacientes menores de 2 años (que no controlan esfínteres), el método de elección es por punción suprapúbica o por cateterización vesical.

Para la correcta interpretación del resultado del urocultivo en menores de 2 años, debe tomarse en consideración fundamentalmente la técnica de recolección de la muestra, el contaje de colonias y el microorganismo aislado.

Tratamiento

Los criterios de tratamiento ambulatorio son los siguientes:
– Edad mayor de 6 meses
– Ausencia de signos de sepsis
– Ausencia de signos de deshidratación
– Ausencia de anormalidades urológicas subyacentes
– Confiabilidad en el cumplimiento de tratamiento

La selección del antibiótico empírico inicial dependerá de varios factores, entre los que se encuentra el patrón de resistencia local de los microorganismos involucrados. Según datos del Servicio de Microbiología del Hospital de Niños J.M. de los Ríos de Caracas, en el primer semestre del año 2000, el porcentaje de resistencia de la Escherichia coli de pacientes de consulta externa no especializada, evidencia valores entre 25 y 40% para antibióticos del grupo de las aminopenicilinas, sulfas y cefalosporinas de 1ª generación.

Lo cual implica que, como tratamiento empírico inicial no son adecuados, exceptuando si se comprueba sensibilidad por antibiograma. Dentro de las opciones terapéuticas orales para manejo empírico inicial, las cefalosporinas de 3ª generación (ceftibuten y cefixime) han demostrado tener bajo porcentaje de resistencia para dichos gérmenes, seguido de las cefalosporinas de 2ª generación y ciprofloxacina (aún cuando esta última solo debe usarse cuando no existe otra opción, ya que no ha sido aprobada en pediatría).

La vía de administración del tratamiento antibiótico, dependerá primordialmente de las condiciones del paciente. En algunos casos pudiera iniciarse tratamiento parenteral ambulatorio, en las primeras 48-72 horas y luego continuar con tratamiento oral. Dentro de las opciones parenterales es preferible esquemas de una vez al día, tanto de ceftriaxone como de aminoglicósidos.

La duración promedio del tratamiento antibiótico oscila entre 7-10 días.